Ucrania: ¿es posible una solución?

Ucrania: ¿es posible una solución?
Luego de las elecciones legislativas en Ucrania, y tras la formación del nuevo gobierno, el país tiene que ir adelante y mostrar a sus ciudadanos, aliados y vecinos cuáles son sus siguientes pasos para el restablecimiento del orden y su recuperación.
En el nuevo gabinete resulta destacable y llamativo los nombramientos de tres ministros de origen extranjero. Así, Aleksandr Kvitashvili, de nacionalidad georgiana, es el ministro de Sanidad (en Georgia, durante la época del ex presidente Saakashvili, también lo fue); Aivaras Abromavichus, nuevo ministro de Economía, es lituano, casado con una ciudadana ucraniana y vive en Kiev desde el año 2008 tras vivir un tiempo en Rusia, y Nataliya Yaresko, la nueva ministra de Finanzas, es de origen norteamericano, trabajó en la Embajada de EEUU en Ucrania durante un tiempo, es socia de Horizon Capital y reside en el país de sus antepasados desde hace 20 años.

Al parecer no todos los ministros recién nacionalizados hablan ucraniano, y están ahora mismo en el proceso de renunciar a su nacionalidad anterior para evitar un conflicto de intereses.
En el nuevo Parlamento se pueden observar tres fuerzas: la que integran el presidente Poroshenko, el primer ministro Yatsenyuk y la ex primer ministra Timoshenko que, a pesar de sus controversias internas, son definidos como ‘neutrales’ por su posicionamiento entre radicales y opositores; radicales, con Lyashko, algunos combatientes y ex líderes de la guerra, elegidos por las circunscripciones mayoritarias, y ahora en la lucha parlamentaria, y la oposición, que pese a ser la minoría, son los únicos que por el momento se han posicionado tanto frente los neutrales como a los radicales. Y queda aún pendiente la convocatoria de elecciones en los territorios de Donetsk y Lugansk, que siguen sin estar bajo el control del poder central.
Recientemente el gobierno ha hecho público sus tres objetivos principales; independencia, seguridad y la lucha contra la corrupción. Y pese a que tales propósitos ya figuran en las leyes actuales, se plasmarán en la legislación futura y en los nuevos presupuestos, en los que en defensa se asignará el cinco por ciento del PIB anual (Ucrania ya ha mejorado su índice de militarización (GMI), y en el que según el Centro Internacional para la Conversión de Bonn, ocupa ahora el décimo tercer lugar en el mundo.
También cabe destacar algunas reformas en el sector de la sanidad, que va a tratar de realizar el ministro Kvitashvili (georgiano-ucraniano), como el seguro médico obligatorio y la liberalización de los medicamentos. Tal iniciativa ya la aplicó anteriormente en Georgia, aunque sus efectos no fueron positivos del todo. Habrá sin duda muchas medidas que tomar poco populares en diferentes sectores para el gobierno ucraniano en los próximos meses.
Dentro del programa de reformas «Ucrania 2020», que le permitirá en seis años presentar la solicitud de incorporación a la Unión Europea, se va a tratar de implantar las normas de estandarización más próximas a las que existan en la UE en la mayoría de los sectores, y alejarse así de su pasado ruso/soviético.
La vía impositiva para la mediana y pequeña empresa, tendrá un carácter muy reducido, sobre todo en los primeros años, lo que según el ministro lituano-ucraniano Abromavichus, permitirá aliviar la economía.
Sin embargo, para la realización de todo ese programa, y de otros nuevos proyectos, serán necesarias nuevas y cuantiosas inversiones, más reformas, préstamos y dotaciones, dado que la situación económica actual y manifestada por el nuevo ministro de Economía: «Ucrania está prácticamente en quiebra». El Plan Marshall esperado no ha llegado, pese a que en las últimas semanas Europa empezó a entender que el país no necesita solo su aval, sino ayuda material concreta.
Según el Financial Times, para evitar el colapso financiero, Ucrania necesita en la próximas semanas 15.000 millones de dólares hasta 2016, además de lo ya recibido del Fondo Monetario Internacional. Y sólo la ayuda rápida, conjunta y coordinada de EEUU, la UE y los países del G7 podrían ser capaces de ello.
Ucrania finalmente saldrá de la CEI (Comunidad de Estados Independientes), de la que, en realidad, nunca ha sido miembro pleno al no haber ratificado su acuerdo de constitución, por lo que era ya previsible. En 2015 presidirá GUAM, la unión entre Moldavia, Ucrania, Georgia, Azerbaiyán, una de las pocas organizaciones en el espacio postsoviético en la que no figura Rusia, y cuyos países tienen diferentes problemas territoriales y política exterior no afín a la rusa, y cuyo objetivo es la promoción y defensa de los valores democráticos, lo que podría dinamizar su política exterior hacia los países occidentales. Uno de sus hándicap está en la carencia de recursos energéticos, excepto Azerbaiyán.
El conflicto en Donbass sigue latente, con pequeños chispazos locales como el surgido no hace mucho en Vínnytsia, cerca de Kiev, al tiempo que los cambios que se están registrando en el escenario internacional pueden favorecer a Ucrania.
En dicho sentido Rusia ha anunciado el cierre del proyecto South Stream, que tan interesante como controvertido resultaba para la Unión Europea, al recibir críticas constantes de que fuese Gazprom el proveedor y operador del gas.
Dicho gasoducto debía llevar el gas ruso a través del Caspio sin pasar por Ucrania, pero tanto la UE como Bulgaria negaron el permiso para que pasara por su territorio. El proyecto South Stream no era solo un acuerdo entre compañías, sino entre los gobiernos de Serbia, Hungría, Eslovenia, Austria y Grecia, y estaba valorado en unos16.000 millones de euros, previendo el envío de unos 63.000 millones de metros cúbicos a la Unión Europea a través del mar Negro. Su cierre supone un golpe importante para Rusia, lo que unido a la constante y fuerte caída del precio del crudo (guerra global del petróleo), y la devaluación de la moneda nacional, es lo que está afectando seriamente a la economía, y no tanto las sanciones.

El resultado de la presión de la UE a Bulgaria, el gobierno de Putin lo ha valorado como una «pérdida de beneficios» para Bulgaria. Sin embargo, el gobierno búlgaro, poco afín a Rusia en la actualidad, viene insistiendo en que los beneficios no eran tan claros, al no haberse acordado las tarifas de tránsito ni el modelo financiero. Y estaban disconformes con los dividendos anunciados.
Las alternativas para Rusia en Europa se han estrechado y son pocas. Puede optar por potenciar Nord Stream, controlada por Gazprom, pero incluso ello será difícil, pues dicho proyecto se llevó a cabo en el momento en el que Europa necesitaba más gas y temía que surgieran problemas con su tránsito a través de Ucrania. Pero en la actualidad hay diferentes alternativas, pese a que no sean tampoco las mejores por el momento; nuevos suministradores, construcción de otros gasoductos, aunque costosos, y explotación de otras energías, en lo que detrás de todo ello está el potente lobby del ex canciller alemán Schroeder, y sin olvidar el difícil cumplimento del tercer paquete energético de la UE.
Tras el cierre de South Stream, Rusia ha anunciado la construcción de Blue Stream, un nuevo gasoducto a través de Turquía, cerca de la frontera griega, con el objetivo de suministrar gas a los países del sur de Europa. El contrato con la empresa ucraniana Naftogas termina en el año 2020, y los rusos no lo quieren prolongar. Tal será el plazo para la construcción del nuevo gasoducto.
También Turquía acaba de manifestar que el nuevo proyecto son solo intenciones, y que la rebaja del 6% en los precios del gas no les convence, con lo que trata de conseguir precios más bajos. Pero con todo, y a pesar de la situación actual de la política turca, no se puede precipitar la conclusión de que Blue Stream se vaya a realizar. Tampoco se puede olvidar el proyecto alternativo, aunque carísimo, de Nabucco, con la participación turca pero sin Rusia, y siempre tomando en cuenta que Grecia es un país miembro de la UE, y que puede ser sometido a presión en cualquier momento por Bruselas.
Sin duda que hay más factores que debemos de tener en cuenta en la actualidad, como la situación económica en los territorios de Donetsk y Lugansk. Y es probable que la opinión pública en esas regiones pueda cambiar si no mejora. Igualmente, el gobierno ucraniano deberá tomar muchas medidas impopulares, como la subida del gas a sus ciudadanos entre tres y cinco veces su precio actual u otras más.
Y como no mencionar las últimas sanciones a Crimea y la notable caída del rublo y de la economía en Rusia lo que le hace como rival muy débil en el escenario internacional. Ahora ya tienen que pensar para proteger sus otras zonas de influencia como ej. la Unión Económica Euroasiática que entrará en vigor el uno de enero de 2015.

El momento en la zona se ha tornado crucial con el asunto del gas, la energía, y la economía, y sería bueno para Ucrania aprovechar la coyuntura, sin olvidar que debe alcanzar y cerrar acuerdos tan fundamentales como establecer el alto el fuego definitivo en Donbass, conseguir que todas las partes implicadas cambien el principio maniqueo de «si no estás de acuerdo, estás en contra», recibir ayuda humanitaria plena, presencia de observadores internacionales y no repetir la confrontación militar, estableciendo en todo caso, que la solución al conflicto debe ser política y a través de la mesa de negociación que al parecer ya le están ayudando a prepararla y que se ve de las últimas conversaciones entre los presidentes Hollande y Putin, y de las visitas del presidente bielorruso Lukashenko y de Kazajistán Nazarbaev a Kiev hace pocos días.

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    Acerca de Alesia Slizhava

    Doctora en Ciencias Políticas, Licenciada en Derecho Internacional (con matrícula de honor), Máster en Cooperación Internacional, Máster en Dirección Logística. Su experiencia profesional se centra en el ámbito internacional, desarrollo de negocio, Project management, relaciones institucionales, consultoría y enseñanza universitaria. Durante los últimos 10 años ha sido profesora en la Universidad San Pablo CEU, Universidad Complutense de Madrid, Universidad Rey Juan Carlos u otras instituciones. Ha desempeñado diversos puestos de responsabilidad en proyectos financiados por la Unión Europea en sectores como economía internacional, finanzas públicas, social, cultural y gobernabilidad, trabajando en diferentes consultorías a nivel europeo. También representa la Cámara de Comercio e Industria. Tiene interés en organizaciones internacionales, multinacionales, temas de defensa y seguridad, business intelligence y liderazgo. Habla ruso y bielorruso (nativo)., español e inglés (nivel avanzado).