Los Bush: una dinastía política americana

Los Bush: una dinastía política americana
(A propósito de la obra de James Mann, George W. Bush, serie «The American Presidents», Times Books, H. Holt and Company, New York, 2015, 185 páginas)
Aunque se ha hablado de los Roosevelt, los Kennedy, e incluso los Clinton y otras ilustres familias como dinastías políticas, rigurosa y propiamente solo ha habido dos auténticas dinastías políticas americanas destacadas: los Adams y los Bush. Los dos presidentes Roosevelt eran primos lejanos entre sí, y pertenecían a partidos políticos diferentes. Ni los
Kennedy ni los Clinton han producido, hasta la fecha, más que un presidente.
Los Adams, padre e hijo, fueron presidentes federales de los Estados Unidos (el 2º, John Adams, y el 6º, John Quincy Adams), aparte de un antecesor de la familia, Nathaniel Gorham, que fue presidente de la Confederación, antes de la Constitución federal. Los Bush, padre e hijo, han sido asimismo presidentes federales de los Estados Unidos (el 41º y el 43º, respectivamente), y también tienen un antecesor -en el caso de Bush junior, por vía materna-, Franklin Pierce, que fue presidente federal de los Estados Unidos poco antes de la Guerra Civil.
En la familia Bush han destacado además como altos cargos políticos Prescott Bush, padre de Bush senior, que fue senador por Connecticut en el Congreso federal, y Jeb Bush, hijo del mismo Bush senior y hermano menor de Bush junior, que fue gobernador de Florida y en la actualidad, como es sabido, candidato presidencial para la elecciones de 2016.
A diferencia de los Adams que, individualmente o en familia, cuentan con un número considerable de biografías y estudios historiográficos, algunos de muy alta calidad, los Bush –y es en cierto modo lógico por su contemporaneidad- no han tenido muchos biógrafos, aunque han proliferado las obras periodísticas, de desigual valor, predominando las de un sesgo negativo o crítico acerca sus mandatos presidenciales. Destaca por ejemplo, por su carácter exhaustivamente informativo pero mordaz, la obra de Kitty Kelley, The Family. The real story of the Bush Dinasty (2004).
Con un carácter más objetivo se pueden señalar muy pocas: las de Tom Vicker, George Herbert Walker Bush (2004), Timothy Naftali, George Herbert Walker Bush (2007), y la de Robert Draper, The Presidency of George W. Bush (2007). A las que podemos añadir de momento, para completar el trío, la de S. V. Dáte, JEB. America´s Next Bush (2007). Merecen asimismo mencionarse las breves semblanzas presidenciales de Pete du Pont («George Herbert Walker Bush, 1989-93»), y de Paul A. Gigot («George Walker Bush, 2001-«), incluidas en el libro muy recomendable de James Taranto & Leonard Leo, eds., Presidential Leadership. Rating the Best and the Worst in the White House (2004). Aunque por la fecha de su publicación no consideró el caso de Bush junior, sus antecesores no salieron muy bien parados en el ranking final: Franklin Pierce es considerado un «failure», el último de la lista de presidentes junto a Warren Harding, con una puntuación ambos de 1.58. Bush senior, en mejor posición hacia la mitad de la lista, como «average», con una puntuación de 2.92 (precedido precisamente por John Quincy Adams, con 2.93). El ranking, elaborado mediante un procedimiento sofisticado por un conjunto de 30 historiadores, 25 politólogos y 23 profesores de derecho, todos de reconocido prestigio, situaban como los cinco en cabeza de la lista a George Washington (4.92), Abraham Lincoln (4.87), Franklin Roosevelt (4.67), Thomas Jefferson (4.25), y Theodore Roosevelt (4.22). En rankings recientes, menos elaborados, Bush senior ha subido algunos puestos situándose en torno al 20º («average»), mientras Bush junior desciende cerca del 30º («below average»).

La obra más reciente de James Mann sobre Bush junior, breve y sumaria pero equilibrada, bien escrita, y por ahora la biografía estándar del personaje (aunque solo puede considerarse, historiográficamente, un punto de partida), se ha beneficiado de un buen número de memorias -algunas excelentes- de los actores políticos que rodearon al presidente y que participaron o tomaron decisiones críticas: Richard Cheney, Donald Rumsfeld, Colin Powell, Condolezza Rice, Douglas Faith, Robert Gates, Karl Rove, George Tenet , Henry Paulson… aparte de las del propio presidente, G. W. Bush, Decision Points (2010).
En el índice del libro de James Mann se aprecian claramente los momentos destacados de la presidencia de G. W. Bush: la controvertida elección en 2000 frente a Al Gore y el polémico recuento de votos de Florida que concluyó con la decisión de la Corte Suprema a favor del republicano (por mayoría en el Colegio Electoral, frente a la mayoría de votos populares del demócrata); la inicial política de radical bajada de impuestos; el trágico 11 de Septiembre de 2011; las guerras de Irak y Afganistán; el desastre de Katrina; y finalmente la terrible crisis financiera. De todos ellos el de mayor significado histórico, sin duda, es la GWOT (Global War On Terrorism) declarada después del 11-S, y que muy pronto – a mi juico acertadamente- el presidente definió en términos huntingtonianos como «un conflicto de civilizaciones» para varias generaciones.
El autor, que no oculta su punto de vista «liberal» (en léxico político americano, progresista), autor de un libro anterior muy apreciado por la crítica sobre los «neocon» en la propia administración de Bush junior -Rise of the Vulcans: The History of the Bush´s War Cabinet (2004)- mantiene no obstante en éste un correcto equilibrio en la narración y la valoración del personaje.
La siguiente cita, al final del último capítulo, quizás refleje y resuma el tono dominante de toda la obra:»On January 20, 2009, George W. Bush spent his final hours as president in an America he never could have envisioned eight years earlier. Overseas, the United States was engaged in two wars. At home, despite the flurry of rescue efforts over the previous four months, the economy was still on the verge of collapse; in merely the single week before Bush left office, 524,000 more Americans signed up for unemployment benefits. Even the inauguration ceremonias that marked his final moments in office included a remainder of the upheavals of his tenure: Bush´s aides had to warn the Obama team about of a terrorist attack on the event (which never materialized).»
Bush senior ganó las elecciones en 1988 con una mayoría cómoda (53,3 % del voto popular y 426 votos electorales) frente al demócrata Michael Dukakis, en la que muchos consideraron la «tercera victoria» de Ronald Reagan, pero en 1992 fue derrotado por el demócrata Bill Clinton, contando éste con la ayuda del tercer candidato Ross Perot que restó votos al republicano. En 2000, Bush junior prefirió desechar la imagen excesivamente «preppie» y de Establishment GOP de su padre, adoptando un estilo más populista y «reaganiano» desde su base como gobernador de Texas (con un importante voto hispano y evangélico), que le permitió derrotar al demócrata Al Gore, esta vez con la ayuda a su favor del tercer candidato Ralph Nader que restó votos al demócrata (victoria decisiva de Bush vs. Gore en el voto electoral: 271 vs. 266; en el voto popular Gore obtuvo el 48,38 %, Bush el 47,87 %, y Nader el 2,74%). En 2004 Bush junior sería reelegido frente al demócrata John Kerry, con sendas victorias, tanto en el voto popular (50,73 % vs. 48,26 %) como en el electoral (286 vs. 251).
Es probable, como en el precedente histórico de Truman y su política de «containment» frente al comunismo en la Guerra Fría, que en un futuro los historiadores –contra la opinión de Mann- sitúen a Bush junior en un lugar más destacado del ranking presidencial por su decisivo rol en esta Guerra Mundial contra el terrorismo islamista que seguimos padeciendo.

Jeb Bush se postula hoy como un candidato «diferente» a su padre y a su hermano. Tiene muchos méritos en su curriculum, especialmente su éxito como gobernador de Florida durante los dos mandatos legales. No tiene la imagen «preppie» y elitista WASP de su padre: está casado con una hispana y habla perfectamente español, aunque va a tener como rivales en las primarias republicanas a dos hispanos (cubano-americanos), los senadores Marco Rubio de Florida y Ted Cruz de Texas, ambos enormemente populares entre los conservadores y con el apoyo del Tea Party. No tiene tampoco la imagen popular inicial y simpatía personal de Bush junior, pareciendo siempre menos relajado y con demasiadas ganas de ser presidente. Tiene el apoyo del Establishment GOP y de los grandes donantes de los super-PACs republicanos. Pero, pese a todo, juega en su contra lo que la comentarista política Mona Charen ha descrito muy acertadamente «the Bush fatigue», y los lógicos prejuicios anti-dinásticos en la opinión pública mayoritaria.

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    Acerca de Manuel Pastor

    Catedrático de Teoría del Estado y Derecho Constitucional (Ciencia Política) de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido director del Departamento de Ciencia Política en la misma universidad durante casi dos décadas, y, de nuevo, entre 2010- 2014. Asimismo ha sido director del Real Colegio Complutense en la Universidad de Harvard (1998-2000), y profesor visitante en varias universidades de los Estados Unidos. Fundador y primer presidente del grupo-red Floridablanca (2012-2019)