Referéndum y populismo: la trampa de la democracia directa

Referéndum y populismo: la trampa de la democracia directa
La reciente paralización de las negociaciones con la troika por parte del gobierno griego, hasta la celebración de un referéndum sobre las medidas del rescate, es un ejemplo perfecto del significado e implicaciones de la democracia directa en nuestros días. No es extraño que una coalición de izquierda radical, cuyo acrónimo en griego es Syiza, haya recurrido a la consulta popular para resolver un problema político que debiera competer en exclusiva al ejecutivo, ya que la mayoría de los trece miembros que la integran (entre maoístas, trotskistas, eurocomunistas o euroescépticos) se sienten muy alejados de la democracia representativa que les ha permitido alcanzar el poder.
En efecto, convendría tener en cuenta que el recurso al referéndum es un arma de doble filo, planteado en circunstancias excepcionales puede reforzar el sistema democrático, pero también puede debilitarlo al máximo si se recurre a él con asiduidad. En el caso que nos ocupa, ¿vive el pueblo griego una situación distinta en la actualidad a la vivida en los últimos dos años? ¿Acaso no votaron precisamente a Syriza para luchar contra la austeridad? Entonces, ¿no está ya legitimado el gobierno de Alexis Tsipras a tomar las decisiones que estime oportunas para cumplir con sus promesas electorales?
La trampa de la consulta directa, más allá del chantaje que supone para sus interlocutores, estribaen que traslada al pueblo en su conjunto la responsabilidad que debiera recaer en los gobernantes, que para eso han sido elegidos, anulando de un plumazo la esencia de la democracia representativa. Hacer elegir a toda una nación en una semana lo que sus líderes políticos no han sabido hacer en meses no es un ejercicio de democracia, sino una huida hacia delante que pretende esconder la ineptitud de unos políticos irresponsables. No es extraño que en lugar de informar a la nación se plantee el problema como una disyuntiva entre ellos o nosotros, tal reduccionismo ahorra la necesidad de explicar al pueblo tanto la letra pequeña de lo que se discute como las verdaderas consecuencias de su decisión, única vía capaz de convertir el referéndum en un verdadero ejercicio de expresión democrática.

En realidad, el recurso al referéndum en casos como el presente es una táctica arriesgada que todo gobierno populista lleva a efecto para justificar su inacción, que en muchos casos esconde pura y simple incapacidad. El manual que sigue todo gobernante populista es el siguiente:• La nación sufre una agresión externa,• Todos nuestros interlocutores son enemigos,• No hay más camino que el que yo propongo,• Está en juego la dignidad nacional,• No tenemos culpa de nada.
Dicho discurso no busca ganar apoyos en el exterior, todo lo contrario, se trata, como el propio referéndum, para el consumo interno. De hecho, otra de las características de la democracia directa es que es usada con frecuencia por aquellos gobiernos que no se sienten suficientemente legitimados a nivel interno, de ahí que interpreten el resultado de la consulta como si se tratara de un plebiscito sobre su mandato, aunque nada tenga que ver la cuestiónpropuesta con el apoyo popular a su gestión, por eso Tsipras ha dicho que si sale el Sí dimitirá, como si el pueblo no tuviese derecho a disentir de él.
Otro aspecto de la democracia directa que atañe al nivel nacional es que normalmente resuelve conflictos internos de la formación en el poder. En el caso griego ya se habían alzado voces dentro de la coalición de Syriza en contra de varios aspectos del plan presentado por la troika, gracias al referéndum, Tsipras ha podido diluir una posible escisión de su coalición, acallando las críticas contra su gestión de las negociaciones, por el contrario, en el caso catalán la salida de Unió Democrática permite a Convergencia convertirse en la representación máxima del soberanismo, por encima de sus rivales de la izquierda.
De ese modo, como el caso griego demuestra, al igual que el catalán, quienes pretenden gobernar por referéndums en realidad lo que anhelan es acabar con el sistema de democracia representativa, convirtiendo a su persona en el fiel de la balanza del sistema, ellos lo saben, no en vano la popularidad de Tsipras está en lo más alto tras plantear el referéndum, lo mismo le sucedió a Artur Mas.
Con el referéndum el líder traspasa de forma engañosa la responsabilidad de gobernar al pueblo, esperando que una decisión acorde a sus deseos refuerce su poder.
Lo que el pueblo debe saber es que plantearle consultas cuya letra ha sido escogida por los propios líderes y cuyo contenido escapa a su capacidad de análisis no es democracia, sino una trampa, y más cuando, como en los casos griego y catalán, se juega el futuro de la nación.
Entonces, ¿por qué parar aquí? ¿Por qué no consultar sobre cada decisión de cada ministerio? Si así fuera, ya no necesitaríamos políticos, tan solo expertos en recuento de votos, ni eso, unos simples ordenadores nos valdrían, claro que entonces no solo nos tendríamos que convertir en expertos de todo, sino que el sistema se ralentizaría de tal modo que se haría ingobernable.

No, lo que necesitamos son líderes que asuman sus responsabilidades, que sean capaces de decidir, y que nos expliquen sus medidas, conscientes de que si no lo hacen bien serán castigados en las urnas, eso o cambiar de sistema político y abandonar la democracia representativa.
Engañar al pueblo, convertir algo tan complejo como un acuerdo económico o la independencia unilateral en una simple cuestión de sí o no, es todo lo contrario a la democracia, es una trampa que busca precisamente acabar con ella. Cuando Alexander Hamilton creó el sistema financiero estadounidense, con su sistema de deuda y su banco nacional, fue duramente criticado por compañeros de su gobierno, pero George Washington siguió sus indicaciones porque el pueblo le había encomendado la misión de fundar las bases del Estado federal que aglutinara a las trece colonias recién independizadas, no lo consultó con la ciudadanía, sino que encaró como mejor supo su decisión, consciente de que en él estaban depositadas las esperanzas de la nación. Lo mismo sucedió cuando Richard Nixon decidió acabar con la paridad del dólar con el oro, pues reconocer la debilidad de la propia moneda era esencial para recuperar su fortaleza a largo plazo. Aquí, los gobiernos de UCD y del PSOE se enfrentaron a las duras tareas de erigir un sistema económico viable con la creación de un sistema fiscal y una reconversión económica que provocaron numerosas reticencias en la ciudadanía, pero eran medidas que se debían tomar si España quería entrar en la Comunidad Europea. Consultar directamente al pueblo sobre dichas cuestiones, sin darle toda la información al respecto ni ofrecerle el tiempo suficiente para asimilarla, convirtiendo la necesidad en opción, hubiese truncado tanto el destino de Estados Unidos como de España. Por suerte para ambos países sus líderes obraron con responsabilidad, tomando las decisiones para las cuales habían sido elegidos por sus pueblos.

Tsipras fue votado para negociar con la troika, para acabar con la austeridad, él y su ministro estrella(do) YanisVarufakis así lo prometieron.Cuando han visto las consecuencias de incumplir sus promesas han reculado y obligan al pueblo griego a decidir si renunciar al programa que les aupó al poder o continuar con él, aunque ello suponga su salida del euro, volver a un dracma devaluado y depender de la caridad de otros donantes, como si eso les fuese a devolver dignidad alguna. Su deber fue informar de todo ello a la ciudadanía durante la campaña electoral, decirles la verdad, que si hacían lo que prometían no habría espacio para ellos en el euro. Ahora es demasiado tarde, han empujado un poco más al país hacia el precipicio, allá abajo, expectantes, están las fieras ansiando los despojos, prometen préstamos y alivio, mientras afilan sus garras y colmillos saboreando ya la sabrosa presa griega.

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    Acerca de Pedro Ramos Josa

    Doctor en Paz y Seguridad Internacional por el Instituto General Gutiérrez Mellado Licenciado en Ciencias Políticas por la UNED.Temas principales de investigación: historia y política de Estados Unidos, la debilidad Estatal, ideologías políticas