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El gran ridículo

La aplicación del artículo 155 de la Constitución no ha causado en Cataluña aquel terremoto social y político que se anunciaba. La normalidad va implantándose con algunas dificultades técnicas más allá de las airadas proclamaciones y manifestaciones de los abducidos , las CPUs y los nuevos comparsas del separatismo; Ada Colau y el inefable Pablo Iglesias, ansiosos de imagen y ausentes de proyectos para España como ha denunciado Carolina Bescansa. Es decir, que los cielos no han lanzado fuego abrasador sobre Barcelona, ni las aguas del Mediterráneo han llegado hasta la cumbre de Montjuic.

Los catalanes en su conjunto van recobrando lentamente la sensación de que el Estado español se ha hecho presente con una intervención necesaria y urgente, si bien disminuido su alcance por la exigencia de Pedro Sánchez para apoyar al Gobierno de España en la aplicación de ese artículo, que fue dejar a un  lado a TV3 y Cataluña Radio, instrumentos al servicio de los sediciosos y claramente adoctrinadora de un proyecto delirante de República independiente declarado ilegal en todas las instancias jurídicas propias de un Estado de Derecho. Ahora queda la comedia bufa protagonizada por mediocres y necios. Y claro, si una magistrada de la Audiencia Nacional envía a prisión incondicional a una parte de la plantilla de este sainete, les califica de grupo organizado para delinquir y además les imputa por delitos de rebelión,  sedición y malversación de fondos públicos en relación con el proceso de independencia, resulta que los  mediocres son además presuntos y peligrosos delincuentes. Y eso ya no resulta tan gracioso.

Aparte queda el Nada Honorable «Puigi» fugado de la justicia española, huyendo como una rata de alcantarilla con otra parte de la trouppe y buscando en Bélgica un estatus de mártir de la Patria irredenta de Cataluña. Además de necio se ha mostrado como un cobarde  dejando a la intemperie la situación procesal del resto de su gobierno destituido y encarcelado. Así se quejaban los ex consellers y sus abogados ante el abandono de su President. Igualmente furiosa se ha mostrado Carmen Forcadell y los miembros de la Mesa del Parlament de «la vergonzosa huida de Puigdemont». No he huido dice en sus tuits, me he escapado. Y añade, «estoy dispuesto a ser candidato en las próximas elecciones del 21 de diciembre». Cataluña y España no dan para más porque el ministro y Portavoz del Gobierno, Iñigo Méndez de Vigo, declara que el Gobierno de España» estaría encantado de que el fugado Puigdemont pudiera presentarse como candidato en la próximas elecciones». No es posible resistir tantas estupideces al mismo tiempo.

Pretendo aclarar las ideas, hemos entendido según el Portavoz del Gobierno, que todo este doloroso episodio, la trama que ha puesto en peligro la integridad territorial de España, los mismos que se han mofado de las instituciones españolas, que han declarado una República independiente, que están perseguidos y encarcelados por tan graves delitos, unos en la cárcel y otros reclamados por la Justicia,  podrán ser candidatos en diciembre para, según los resultados electorales,  poder volver a ejecutar la misma maniobra que venimos padeciendo millones de españoles y que afecta al crecimiento de la economía en números alarmantes. Lo asombroso es que el Sr. Méndez de Vigo siga siendo ministro de España y que «Puigi» disfrute alegremente de mejillones, patatas fritas  y buena cerveza en Bélgica, en lugar de acompañar al resto de la trouppe  en Estremera o Soto del Real. Esto es una ofensa al sentido común y a millones de catalanes y españoles. Consuela  el sentido común y la legalidad que motivan la orden de detención y entrega de Carles Puigdemont y sus ex consellers fugados cursada al Gobierno belga por la magistrada Lamela que es de esperar surta efectos según los tratados de la UE. Aunque produce alarma social la especie que está circulando de que el Gobierno vería con buenos ojos la excarcelación de los golpistas con la idea de que hicieran campaña electoral.

Pero eso es lo que hay en unos días de noticias y desmentidos que están poniendo en escena mundial a la Justicia, al Estado de Derecho y la misma democracia española. Solo la decisión de una magistrada valiente e independiente nos está salvando del ridículo institucional, y a la espera de que el Tribunal Supremo se pronuncie el 9 de noviembre respecto a la Presidenta y la Mesa del Parlament en su condición de aforados. Cabe imaginar que la avalancha masiva de tuits y mensajes en las redes sociales (último reducto de la facción rebelde) así como los titulares , editoriales y artículos de cierta prensa de EE UU, Reino Unido  y Bélgica no incidan en el ánimo de quienes tienen la difícil y honrosa misión de defender la legalidad constitucional y proteger los derechos de todos los españoles, iguales ante la Ley. Hora es de desprendernos de una vez del complejo de inferioridad y temor ante comentarios de quienes tratan a España y a los españoles como si los toros, el flamenco, el botellón y la Guerra Civil fueran los únicos referentes de este país. Como si Francisco Franco hubiera resucitado y vuelto al poder para «castigar» a unos «patriotas y ejemplares demócratas» de la Cataluña separatista capaz de ciscarse en la Constitución, en las Instituciones, en los Tribunales de Justicia, y en el propio jefe del Estado, que por cierto, no es Francisco Franco por más que insistan desde Cataluña, EEUU, Reino Unido y Bélgica. El Rey de España, Felipe VI, ha defendido la igualdad de derechos y libertades en todos los españoles, ha defendido la Constitución y la Ley frente a un grupo de rebeldes y sediciosos, y nosotros defendemos a nuestro Rey en un momento tan relevante como este, así que déjense de leyendas negras reconvertidas al siglo XXI, que por distorsionadas, dejan en evidencia la solvencia de estos medios de comunicación.

Un paralelismo cómico y patético; el 6 de octubre de 1.934 se rumoreó igualmente que si España intervenía cuando el president Lluis Companys proclamó la República de Cataluña, se levantaría el pueblo en masa. Fueron detenidos Lluis Compays todos los miembros del gobierno de la Generalitat, los concejales y el alcalde de Barcelona, miembros de partidos separatistas y buena parte de los Mossos de Escuadra, menos el Conseller de Gobernación, Josep Dencás, que huyó con otros dirigentes de ERC por las alcantarillas de Barcelona. No hubo la menor protesta ni levantamiento y así acabó aquella proclamación republicana. Hace unos días  en Cataluña no se ha levantado el «pueblo» para impedir la aplicación del 155, y el president Carles Puigdemont, ha huido como una rata igual que lo hizo Dencás, esta vez no por las alcantarillas porque resulta que estaban selladas de antemano.

Lo peor para cualquier político es hacer el ridículo en circunstancias históricas.

Acerca de Jose Maria Martinez de Haro

Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias de la Información. Profesor y Periodista.Ha sido Director del Gabinete de Comunicación de D. Adolfo Suárez, Asesor de la Presidencia del Gobierno con D. Leopoldo Calvo Sotelo, Subdirector de Medios de Comunicación Social del Estado, Director de la Voz de AlmeríaConsejero de la Presidencia del Grupo 16, Profesor Colaborador de la Facultad de Derecho de la UCM