¿Son propiedad los votantes de los partidos y de sus líderes? (Foto Mario Chaparro)

¿De quién son los votos?

El 26 de mayo habrá en España unas elecciones municipales, autonómicas y europeas en las que los diferentes partidos irán a reclamar votos al electorado que creen de su propiedad, luego de las recientes elecciones generales. Los resultados del pasado 28-A han abierto un amplio debate sobre las motivaciones de la migración de voto de un partido a otro. Unos por la izquierda otros por el centro y otros por la derecha. Todos se sienten concernidos y conceptualmente se refieren a «sus votos» y aquí viene la pregunta, ¿de quién son los votos?

Antes de las primeras elecciones democráticas de 1.977 parte de mi trabajo consistió en tratar de investigar, conocer y analizar el espectro político tras cuarenta años de un régimen donde no hubo elecciones ni libertad de expresión política. Estuvo claro que la «prima de voto» favorecía al Presidente, no electo, Adolfo Suárez, afable y comunicador y autor junto a otros de los primeros pasos de la Transición. Efectivamente, la victoria de UCD no fue sorpresa alguna, y aquel triunfo reforzó el liderazgo indiscutible (entonces) de aquel Suárez sonriente y seguro de su destino. Como co-autor de algunos de sus mensajes y discursos iba amoldando a las palabras el entusiasmo que se vivía en las calles; UCD era la marca definitiva por el caudal inmenso de votos, el centro político se había afianzado en la nueva España democrática con 6.310.391 votos que le otorgaban 165 diputados.

En las segundas elecciones de 1.979 se mantuvo aquella inercia y UCD volvió a ganar por similar número de votos, 6.291.341 con 163 diputados. Suárez y sus ministros irradiaban seguridad y miraban el futuro infinito. A finales de 1.980 fui invitado a estar presente en una reunión directiva entre Moncloa y UCD. Yo conocía las tormentas internas de UCD, algunas traiciones solapadas y también las lecciones históricas de otros tiempos pasados. Al final me quedé redactando unas notas y Suárez que hablaba por teléfono me preguntó, “¿ cómo ves todo esto?”, bien , le contesté pero no tan seguro de esos «cien años del centro político» y menos de esos seis millones de votos. Suárez reflexionó unos segundos y me dijo: ¿por qué?. Parte de mi sueldo era la sinceridad ya que yo no militaba en UCD ni quise participar en política, tuve dudas pero le dije lo que pensaba: “Estos dos triunfos están asentados en la confusión y algo de miedo sobre el futuro de España y la propia democracia incipiente, tú eres la única figura conocida que ha salido a la calle con un mensaje positivo y entusiasta y eso ha bastado, la gente se ha aferrado a ti en estos momentos de excepción y también has logrado por tu forma de ser conectar con las emociones de la gente. Habrá que tomarlo como excepcional y emocional pero ambas circunstancias no suelen dar sustento político duradero”. A lo que me respondió, “que mal lo pones siendo tu optimista, y dime ¿qué piensas de mi liderazgo?” “Tu carisma, le respondí, tendrá alguna fecha de caducidad que yo no conozco. Y sinceramente Adolfo a UCD no le veo la consistencia ideológica de un partido político, sino una colación de intereses precipitada.” Me dio una palmada en el hombro y me dijo, “no extiendas estas opiniones fuera de este despacho”. Yo no sabía entonces que Suárez ya conocía el amargo sabor de la traición y que en su ánimo estaba anidando la idea de dimitir, y menos en que abandonara UCD y formara otro partido político, el CDS.

El final de esto es conocido; Suárez dimitió y se formó otro gobierno tras el 23-F. En 1.982 fui llamado otra vez a Presidencia de Gobierno. Leopoldo Calvo Sotelo adelantó las elecciones generales y en 1982 el PSOE, la izquierda, ganó arrolladoramente con 10. 127,392 votos y 201 diputados. Alianza Popular (AP), la derecha, fue el segundo partido con 5.548.107 votos y 107 diputados , UCD se quedó en 1.425.093 votos y 11 diputados y el Centro Democrático y Social (CDS) de Adolfo Suárez, centro izquierda , con 604.309 votos y 2 diputados. UCD de los «cien años» despareció sin aviso previo y aquel caballero honesto, Iñigo Cavero Lataillade, se quedó en la oficina de aquel partido fracasado pagando las facturas. El CDS finalmente también despareció y fue el comienzo del final de Suárez. Todo esto ocurrió en apenas cinco años.

Un día, al salir del hotel Ritz, me encontré con Adolfo Suárez y su cuñado Aurelio Delgado, que tenían oficina cerca del hotel, fuimos a tomar un café y Suárez recordó aquella conversación en su despacho..,. “¿donde están los votos…..? Dicen que me quieren pero no me votan…”, reflexionaba en voz alta. Hube de disimular mi ánimo y mi tristeza. Amigo Adolfo, “¿te refieres a aquellos votos de 1.977 y 1.979?…, aquellos votos no eran de UCD, ni tuyos, eran resultado de circunstancias irrepetibles, le respondí. Y se fueron a lugares con identidad política, la mayoría al PSOE y los demás a Alianza Popular, la izquierda y la derecha que habría de gobernar por años la democracia. UCD era una cartonaje útil para entonces. Suárez no era experto en la historia de las derechas y las izquierdas, y tampoco en los descalabros del centro político.

Hago estas reflexiones para llegar a esta fecha. El Partido Popular se lamenta de la pérdida de sus votos. El PP como el PSOE, como ningún partido, son propietarios de ningún voto, los votos son de los votantes y la voluntad de los votantes cambia y puede cambiar según las circunstancias. El arte de la política es saber conectar con esa voluntad y trasladarla en propuestas que no confronten con el marco ideológico del partido. Refiriéndome al PP, el gran derrotado en estas últimas elecciones generales, está claro que en los últimos años no ha sabido conectar con la voluntad mayoritaria y ha desarrollado políticas que han confrontado con su marco ideológico traicionando a veces su programa electoral.

¿Dónde fueron aquellos 10.678.932 votos y 186 diputados del PP en la dulce victoria de 2.011? Las políticas de los gobiernos de Mariano Rajoy, ganador de aquellas elecciones, fueron la causa de perder en las siguientes elecciones 3.823.245 votos. Y ahora en las del 28-A el PP ha vuelto a perder otros 3.600.000 votos quedando en 66 diputados. ¿donde están aquellos votos de 2011..? Unos se han ido Ciudadanos y otros a VOX, otros se han abstenido. Pero la derrota ha sido contundente.

¿Hay alguna lección válida de lo anterior? Válida pero difusa. Nadie es dueño de la voluntad de otros, excepto que esos otros no quieren vender su voluntad o alquilarla a tiempo tasado como ha comprendido muy bien un partido ahora triunfador. Las ideologías en el sentido clásico han dejado paso al oportuniasmo, los cambios constantes, los impulsos súbitos, los deseos efímeros. Si esos millones de votos que ha logrado el PSOE hubieran sido suyos, estaría gobernado desde Felipe González. Igualmente ocurre con el PP. Y así podría ocurrirle a Ciudadanos si fuera alguna vez el partido más votado. Hasta ahora solo hay un ejemplo que escenifica todo esto, UCD y el propio Suárez.

Pablo Casado transita en estos momentos un súbito viaje al centro. ¿Conectará así con las emociones de sus posibles votantes?. ¿Son estos votantes los que dieron sus triunfos y sus derrotas al PP?. Sería buen momento para que algunos dirigentes repasaran la historia. Y sacaran conclusiones…

Acerca de Jose Maria Martinez de Haro

Doctor en Derecho, Licenciado en Ciencias de la Información. Profesor y Periodista.Ha sido Director del Gabinete de Comunicación de D. Adolfo Suárez, Asesor de la Presidencia del Gobierno con D. Leopoldo Calvo Sotelo, Subdirector de Medios de Comunicación Social del Estado, Director de la Voz de AlmeríaConsejero de la Presidencia del Grupo 16, Profesor Colaborador de la Facultad de Derecho de la UCM