Juan Sebastián Elcano, capitán de la nao Victoria, con la que realizó la primera circunnavegación alrededor del mundo

Primus Circumdedisti Me

Justo en estos días y en estas fechas se conmemora el quinto centenario del comienzo de una de las grandes gestas históricas realizada por los españoles. El 10 de agosto de 1519 salía del puerto de las Mulas de Sevilla, la flota de cinco naos mandadas por Magallanes, con el objetivo de descubrir las islas de las Especias (las Molucas), siempre navegando hacia Poniente, fuera del territorio reservado a Portugal por el Tratado de Tordesillas (1494).

Previamente, la tripulación al completo (265 hombres) se había encomendado a Nuestra Señora de la Victoria en la iglesia trianera del mismo nombre, en donde a Fernando de Magallanes se le hizo entrega del estandarte real. Tres años después (8 de septiembre de 1522), arribaba al puerto de Sevilla la nao Victoria, la única superviviente de las cinco iniciales; llegó remolcada porque no podía navegar y con entradas de agua por todas partes. En esta ocasión, ante los pies de Nuestra Señora, sólo se postraron dieciocho hombres al mando de Juan Sebastián Elcano, los únicos supervivientes de tan extraordinaria hazaña.

Habían cumplido el objetivo de alcanzar las islas de las Especias navegando siempre hacia Poniente; traían la bodega llena de clavo (la tan preciada especia), cuyo valor en el mercado pagó con creces el coste total de la expedición. Pero por estos logros nunca hubieran pasado a la Historia. Elcano y sus compañeros son personajes de la Historia Universal porque fueron los primeros hombres en circunnavegar la Tierra.

Réplica de la nao Victoria

Estos días he estado leyendo el libro de Pedro Insua, titulado “El orbe a sus pies”, subtitulado “Magallanes y Elcano: cuando la cosmografía española midió el mundo”. Leyendo el libro me he dado cuenta de lo poco que sabía de un acontecimiento tan importante. El hombre corriente, el hombre masa, como diría Ortega, en general vive con un conjunto de ideas muy vagas y mal definidas. Todos somos hombres masa fuera del ámbito de nuestra especialidad. Los historiadores conocen en profundidad los acontecimientos históricos, pero el común de los mortales no.

He aprovechado esta efeméride para corregir esta carencia y reflexionar sobre ella, sacando conclusiones o deducciones lógicas a partir de hechos históricos probados.

La primera conclusión es que pocos acontecimientos históricos están tan bien documentados como la hazaña de Elcano. Como dice Pedro Insua en su libro, los españoles del siglo XVI lo registraban todo minuciosamente. Se conoce el coste de la operación en maravedíes (mrs), porque están identificados todos y cada uno de los objetos que transportaban las naos, desde las agujas de marear, pasando por los 20.000 cascabeles de tres suertes para comerciar (rescatar) con los nativos, o las 417 pipas para el vino y agua; o los quince libros blancos guarnecidos, cinco para tener la cuenta de los gastos de la Armada, y diez para que los oficiales lleven sus cuentas. Precisamente por eso, sabemos el coste total de la expedición con gran precisión: 8.334.335 mrs; de los cuales 6.454.209 mrs corrieron a cargo de la Corona, y 1.880.126 mrs fueron sufragados por Cristóbal de Haro, rico comerciante portugués afincado en Amberes que, al igual que Magallanes, estaba desafecto con su rey natural y dispuesto a costear de su propio peculio una armada que le permitiera comerciar con las islas de las Especias, o donde se crían las aromas, en palabras de Mártir de Anglería.

Se dice siempre que la gran aportación de los españoles a América fue la lengua y la religión; pero, en mi opinión no se resalta una aportación tan importante como las dos anteriores y es la costumbre española de dejar constancia por escrito de todos los acontecimientos significativos. En la Armada, además de los marineros, soldados y frailes, viajaban siempre escribanos que, como notarios, daban fe de lo acaecido.

En esta ocasión, las instrucciones de la Armada, firmadas por el secretario Francisco de los Cobos, eran muy claras a estos efectos: “nuestra voluntad es que cada uno tenga libertad de escribir lo que quisiere”. Varios fueron los relatos que se debieron escribir, pero el que a nosotros ha llegado es el de Antonio Pigafetta que aparece en los registros de la armada con el nombre de Antonio Lombardo, por ser natural de Lombardía. Es un relato de gran valor por su minuciosidad; pero además, al estar escrito por un lombardo, no adolece de la rivalidad entre castellanos y portugueses que marcó toda la singladura. También se cuenta con el cuaderno de bitácora del maestre Francisco Albo que, por su propia naturaleza, es arduo de leer por contener las anotaciones técnicas de la singladura; así como la relación de Ginés de Mafra, piloto de la nao Trinidad, que arribó a España en 1527.

Las cartas de navegación se escribían de acuerdo con el Patrón Real y era el documento más valioso, porque recogían el conocimiento adquirido al descubrir el Nuevo Mundo, definiendo los “caminos trazados en el agua”. El capitán tenía que defender estos documentos, incluso con su vida. La memoria humana es siempre falible y más aún si se trata de las anotaciones numéricas propias de la navegación. Con las singladuras de Colón y Magallanes/Elcano, se inicia una nueva etapa en la historia de la humanidad, en la que lo importante ya no son los hombres, sino el conocimiento adquirido y plasmado en documentos escritos, como eran las cartas de navegación.

Por eso los portugueses eran muy celosos de todos sus descubrimientos marítimos, que les habían permitido llegar hasta las islas Molucas, estableciendo un lucrativo negocio con el comercio de las especias, que querían mantener en el más absoluto secreto. El tratado de Alcaçovas primero, en el año 1479 y el de Tordesillas después en 1494, fueron las primeras “patentes” del mundo moderno, con las que se pretendía garantizar la explotación en régimen de monopolio de los conocimientos adquiridos con un gran esfuerzo humano y económico en las navegaciones por la mar Océano.

Otra conclusión que se saca de estas hazañas es que el descubrimiento de América y la primera circunnavegación fueron fruto de la rivalidad entre Portugal y Castilla, sin esa rivalidad estos dos acontecimientos no se hubieran producido.

Tras la muerte de su hermano, el rey Enrique IV de Castilla en 1474, los derechos de Isabel a la corona eran discutibles, y de hecho fueron discutidos por la hija del rey Enrique, doña Juana, llamada la Beltraneja. En Castilla se desencadenó una guerra de sucesión, en la cual doña Juana contó con el apoyo del rey Alfonso V de Portugal y de nobles castellanos tan poderosos como los Pachecos (Villena) y los Stúñiga. Gracias en parte al genio militar de su esposo, Fernando de Aragón, entonces rey de Sicilia, las tropas portuguesas de Alfonso V fueron derrotadas en la batalla de Toro en el año 1476.

Como dice el historiador Luís Suárez en su biografía de Isabel la Católica: “hasta ahora los hombres habían hecho la guerra; era llegada la hora de que las mujeres se sentaran a hablar de paz”. Isabel se reunió en Alcántara con Beatriz, duquesa de Braganza, su tía materna, y acordaron los términos del tratado de paz entre Castilla y Portugal. Como el portugués era la lengua materna de Isabel, es probable que el acuerdo se negociase en esta lengua por ser la lengua común de ambas interlocutoras.

Oficialmente el acuerdo alcanzado se conoce con el nombre de Tratado de Alcáçovas (1479). Para ser reina de Castilla, Isabel tuvo que ceder a Portugal el dominio de la navegación por las costas africanas, dejando a salvo las islas Canarias. Ya estaba siendo muy lucrativo el comercio portugués con los países africanos, hasta el punto que los marineros andaluces también quisieron aprovecharse de su situación estratégica, que era prácticamente la misma que la de Portugal. A raíz del Tratado de Alcáçovas quedó terminantemente prohibida la navegación de los navegantes castellanos al sur del cabo Bojador (frente a las Canarias), estando reservadas estas aguas exclusivamente para los portugueses.

Para mí esta fue la razón principal por la que la reina Isabel apoyó la propuesta de Colón. Era consciente que, para poder ser ella reina de Castilla, había sacrificado la salida natural de los marineros andaluces por las costas africanas. Por lo tanto, apoyó la propuesta de Colón, porque suponía navegar siempre hacia Poniente, respetando los acuerdos del Tratado de Alcáçovas.

Fernando de Aragón e Isabel de Castilla

Este fue un empeño personal de la reina Isabel en contra de la opinión de su amado esposo, Fernando.

Luís Suárez es el historiador considerado en España como el mejor experto en los Reyes Católicos, por eso la Real Academia de la Historia le ha encargado la redacción de la biografía de la reina Isabel en el Diccionario Biográfico español, de reciente aparición en Internet. El texto de Luís Suárez dice así:

En este último asunto [descubrimiento de América], la participación de Isabel resultó decisiva. Fernando, más reflexivo y mejor informado, desconfiaba del proyecto de Colón: llegar a China desde las costas españolas; pues los expertos de su Corte lo juzgaban, con razón, imposible. Además, se mostraba reacio a las exigencias de aquel genovés que proyectaba construirse un señorío, sabe Dios de que límites, al otro lado del mar, usando para ello el dinero de la Corona. Las disponibilidades náuticas no permitían entonces viajes demasiado largos. Pero la intuición femenina triunfó esta vez de los recelos: valía la pena arriesgar los moderados recursos que se programaban —1.200.000 maravedís sería la aportación de la Corona— cuando se trataba de explorar posibles islas en el Atlántico al otro lado del espacio de reserva de Portugal”.

En mi opinión, no hay intuición femenina que pudiera imaginar que había islas y todo un continente – como América- entre Europa y China. Lo que empujó a Isabel a respaldar el proyecto de Colón, fue la deuda moral contraída con sus súbditos castellanos, porque, para ser reina de Castilla, había privado a los navegantes andaluces de un lucrativo negocio que era el comercio con los países costeros africanos al sur del cabo Bojador.

La pista nos la da el propio Suárez cuando en sus libros dice: “[…] los marinos de Palos tenían sobre sí la obligación de servir con dos carabelas a su costa en un plazo de tres meses porque habían robado la carga de barcos portugueses; la redimieron con el viaje de Colón”.

Sin embargo, la reina Isabel como era una persona inteligente y metódica, no acometió el proyecto de Colón, hasta haber alcanzado su objetivo prioritario: la conquista de Granada (1492).

La relación de su nieto, el emperador Carlos V, con el proyecto de Magallanes es muy diferente.

El rey Carlos I llegó a España en 1517, contando tan sólo diecisiete años de edad y sin hablar español; su autoridad estaba siendo discutida por los Comuneros. En este contexto, la propuesta de Magallanes tuvo necesariamente que ser estudiada por las instituciones creadas por los Reyes Católicos, en particular por los expertos de la Casa de Contratación de Sevilla, que se había fundado en el año 1503 a instancia de Juan Rodríguez Fonseca, obispo de Burgos. Carlos V se encontró con un proyecto estudiado, al que dio su aprobación por ser el soberano; es decir, el que tiene la última palabra. Pero el mérito del lanzamiento de la empresa hay que atribuírselo a las instituciones que habían creado los Reyes Católicos.

El proyecto de Magallanes tenía como objetivo el mismo que el de Colón: navegando siempre por Poniente, alcanzar las islas de las Especias primero y, después, establecer contacto y comerciar con Cipango (Japón) y Catay (China), a donde por tierra había llegado Marco Polo. También tenía como objetivo llevar la buena nueva del Evangelio a los habitantes de las islas y tierras firmes que se descubrieran, razón por la cual figuraban varios frailes en la tripulación.

Como dice Pedro Insua en su libro, parodiando a Ortega: América es el problema, Magallanes la solución. Para alcanzar las islas de las Especias había que sortear el obstáculo del continente americano, buscando un paso por el sur, porque por el centro (Panamá) no se había encontrado.

Mártir de Anglería, hablando de la búsqueda septentrional del estrecho dice: “Hay tal furor de buscar ese estrecho, que se exponen a mil peligros; pues cualquiera que lo encontrara, si se puede encontrar, obtendrá en sumo grado la gracia del César y gran autoridad. Porque si se hallara paso del océano austral al septentrional, sería más fácil a las islas que crían las aromas y las perlas. Y no valdría la empeñada cuestión con el rey de Portugal […] Pero hay poca esperanza de encontrarlo”.

Tratado de Tordesillas 1494

El proyecto de Magallanes adolecía de un defecto de base y era suponer que las islas Molucas estaban en el hemisferio español, lo cual no era cierto. Porque a raíz del Tratado de Tordesillas firmado en 1494, como consecuencia del primer viaje de Colón, se había revisado el Tratado de Alcáçovas, fijando un nuevo límite de 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde (frente a Dakar). De acuerdo con este nuevo tratado, la Tierra había quedado dividida en dos hemisferios: el español al oeste de las 370 leguas de las islas de Cabo Verde, y el portugués al este; pero el antemeridiano dejaba las islas de las Especias (y las Filipinas) dentro del hemisferio portugués. Dado los conocimientos geográficos de la época y la propia indefinición del Tratado de Tordesillas, todos estos puntos resultaban discutibles.

Magallanes navegó desde Canarias con su armada en dirección a Poniente hasta alcanzar la costa de Brasil, y desde allí fue siempre navegando hacia el sur buscando un paso por el oeste, que no encontró hasta alcanzar los 52 º de latitud sur en octubre de 1520. Había transcurrido más de un año, y se había perdido una nao, la Santiago, que naufragó mientras exploraba la costa. También se había producido un motín por la sublevación de los capitanes castellanos, quejosos de que Magallanes no les comunicara con antelación el rumbo, tal y como estaba estipulado en las instrucciones reales. El motín se saldó con la muerte de los castellanos sublevados, Mendoza y Quesada, que fueron descuartizados después de muertos; y con el destierro de Juan de Cartagena y el clérigo, Pedro Sánchez de Reina, que fueron abandonados en la Patagonia (Puerto Deseado) con agua y algunos alimentos. Elcano figuró entre los sublevados, pero al no ser uno de los sobresalientes y necesitarse marineros, siguió formando parte de la tripulación.

Explorando el estrecho de Magallanes, la nao San Antonio, pilotada por el portugués Esteban Gómez, y en la que se encontraba el escribano Jerónimo Guerra, desertó y decidió regresar a España, con el argumento de que, una vez descubierto el paso, lo más sensato era regresar a España y volver con los bastimentos adecuados para una navegación tan larga como la que se esperaba por el nuevo océano. La nao San Antonio llegó a Sevilla el 6 de mayo de 1521, capitaneada por Jerónimo Guerra, tras apresar a su antiguo capitán Mezquita por haber aconsejado a Magallanes los ajusticiamientos de Mendoza y Quesada.

Estrecho de Magallanes

De esta forma, el 27 de noviembre de 1520 comenzó la travesía por el nuevo océano con tan sólo tres naves (Trinidad, Concepción y Victoria) y escasez de agua y bastimentos. En estas condiciones la navegación fue realmente penosa, padeciendo desnutrición, sed y todo tipo de enfermedades, como el escorbuto; pero tuvieron la suerte de no sufrir tormentas, por lo que bautizaron al océano con el nombre de Pacífico. Aunque se encontraron con algunos atolones, donde no se pudieron abastecer, las primeras islas habitadas que se toparon fueron las islas Marianas, que las denominaron las islas de los Ladrones, por el mal trato que recibieron de sus habitantes. Llegaron a las Marianas el 1 de Marzo de 1521, después de haber navegado unos 15.000 km por el océano Pacífico sin escalas en las que se pudieran abastecer de agua y alimentos.

Desde las islas Marianas navegaron hasta las Filipinas, donde tuvieron una acogida mucho más favorable, después de haber navegado otros 2.600 km. El 31 de marzo de 1521 se celebró la primera misa en Filipinas. Hoy, gracias a la presencia de los españoles en estas islas, Filipinas es un país católico con más de cien millones de habitantes, lo que supone una excepción en Oriente. Si los españoles no hubieran llegado a Filipinas en el siglo XVI, lo más probable es que hoy sería territorio musulmán, como lo es prácticamente toda Indonesia. De hecho, en las islas Filipinas hay una zona autónoma musulmana en Mindanao, que provoca frecuentes conflictos sangrientos con el resto de la población. España se forjó como nación en la lucha contra el Islam durante siete siglos. Ese enfrentamiento, que se había terminado en la Península en 1492, se trasladó al otro extremo del mundo.

Archipiélago de Filipinas

En Cebú, Magallanes y su gente encontraron al apoyo decisivo de su rey que se convirtió al cristianismo con sus súbditos. Magallanes le hizo entrega de una imagen del niño Jesús, que se sigue adorando con gran devoción popular: el Santo Niño de Cebú.

Magallanes cometió la imprudencia de enfrentarse en manifiesta inferioridad numérica al cacique de la isla de enfrente, Lapu Lapu, creyendo que sus armas de fuego y armaduras serían suficientes; murió herido por una flecha envenenada en la pierna que estaba al descubierto, siendo rematado por los nativos. En la actualidad, existe un gran monumento a Lapu Lapu, con la siguiente leyenda en inglés: “Here, on 27 April 1521, Lapu Lapu and his men repulsed the spanish invaders, killing their leader, Ferdinand Magellan. Thus Lapu Lapu became the first filiping to have repelled European agression”.

Después de este doloroso suceso, el rey de Cebú traicionó a los castellanos dando muerte en un banquete a veintisiete de ellos, entre los cuales se encontraban los capitanes de la armada, atraídos con el señuelo de que les iba a hacer entrega de un regalo para el rey Carlos. Según Pigafetta, el rey de Cebú había sido inducido a esta traición por el esclavo de Magallanes, llamado Enrique, que se utilizaba de intérprete, por ser natural de Indonesia.

Los escasos navegantes supervivientes decidieron huir de Filipinas, quemando la nao Concepción, por encontrarse en mal estado y no haber tripulantes suficientes. Nombraron al portugués Carbalho capitán general; a Gómez Espinosa, capitán de la Trinidad y a Juan Sebastián Elcano, capitán de la nao Victoria.

Como Carbalho les tenía navegando por esas aguas, sin llegar a las islas de las Especias, le destituyeron, quedando Espinosa como capitán general, y Elcano como capitán de la Victoria. El 8 de noviembre de 1521 arribaron por fin a las islas Molucas, dos años y un mes después de su partida de España.

Los castellanos fueron bien acogidos por los nativos de Tidore, hasta el punto de que se manifestaron dispuestos a ser vasallos del rey Carlos. Llenaron las bodegas de las naos de clavo, “el principal objeto de su viaje”, según Pigafetta.

Se encontraron con Lorosa en Ternate, donde los portugueses se habían establecido desde hacía diez años, llevando a cabo un lucrativo negocio. Allí se enteraron de que el rey Manuel I de Portugal había enviado una poderosa armada con naves de guerra dispuesta a interceptarlos a toda costa, para mantener en secreto su gran hallazgo de las Molucas. Ante esta situación de inminente peligro, decidieron regresar de inmediato a España. Gómez de Espinosa navegaría por Levante hasta alcanzar Darién (Panamá), y Elcano, por Poniente en contra de las instrucciones reales, que prohibían navegar por el “hemisferio portugués”.

Goméz de Espinosa no pudo llevar a cabo su objetivo. Debido al mal estado de la nao Trinidad, tuvo que regresar a las islas Molucas, donde le apresaron los portugueses que se adueñaron de las cartas de navegación, más valiosas que el clavo almacenado en las bodegas. La tripulación de la nao Trinidad sufrió durante años el rigor de las prisiones portuguesas, hasta que en 1527 regresaron a España sólo tres miembros de la tripulación de la nao Trinidad (Gómez de Espinosa, Mafra y Pancaldo), gracias a la intervención de la emperatriz Isabel de Portugal.

Ruta de la expedición española Magallanes-Elcano alrededor del mundo

Elcano, respaldado por la tripulación de la nao Victoria, emprendió una travesía arriesgadísima, porque significaba navegar siempre hacia Poniente en el “hemisferio portugués”, sin hacer escalas, para no ser apresados por los portugueses, hasta llegar a España. Sólo fondearon en una ocasión, al doblar el cabo de Buena Esperanza, después de una navegación de unos 12.000 km, donde sufrieron todo tipo de penalidades, por la falta de agua, alimentos y ropa de abrigo al llegar a las zonas frías. Habían transcurrido tres meses, desde el 11 de febrero de 1522 que salieron de Timor, hasta el 6 de mayo que doblaron el cabo de Buena Esperanza.

Desde el sur de África emprendieron una navegación por el océano Atlántico rumbo a España. Después de más de 7.000 km de navegación, como ya no podían resistir más por la falta de agua y alimentos, decidieron arribar en las islas portuguesas de Cabo Verde (frente a Dakar). Enviaron una chalupa con doce hombres para conseguir agua y alimentos, afirmando que venían navegando desde América del Sur en condiciones precarias. Inicialmente los portugueses se creyeron el engaño, pero cuando volvieron a comprar negros para que les ayudaran a achicar el agua, y pagaron con el clavo de las bodegas, los portugueses descubrieron el engaño y apresaron a los doce tripulantes de la chalupa. Consciente del peligro que corría el resto, Elcano dio órdenes de romper las amarras y poner rumbo a España.

En Cabo Verde hicieron un descubrimiento geodésico, al darse cuenta de que habían perdido un día en su travesía, navegando siempre hacia Poniente, porque en su diario de navegación era el miércoles, cuando para los portugueses era el jueves.

El sábado, 6 de septiembre de 1522, llegaron a Sanlúcar de Barrameda, con la nao Victoria haciendo agua por todas partes, y con una tripulación de tan sólo de dieciocho hombres exhaustos, la mayoría enfermos.

Elcano escribió una lacónica nota al emperador, haciéndole partícipe de la hazaña en los siguientes términos:

Dígnese saber V. M. que hemos regresado dieciocho hombres con uno sólo de los barcos que V. M. envió bajo el mando del capitán general Hernando de Magallanes, de gloriosa memoria. Sepa V. M. que hemos encontrado alcanfor, canela y perlas. Que ella se digne estimar en su valor el hecho de que hemos dado toda la vuelta al mundo, que partidos por el oeste, hemos vuelto por el este”.

Después de esta breve descripción de la navegación de Elcano y su tripulación de tres años de duración, en la que sólo se han reflejado los hechos principales, se pueden sacar las siguientes conclusiones:

  • Esta hazaña ha pasado a la Historia por ser la primera vez que los hombres daban la vuelta al mundo; pero este no fue el objetivo de la expedición, sino el descubrimiento de las islas de las Especies, encontrando un paso por América del Sur, navegando siempre por Poniente.
  • La hazaña de la vuelta al mundo fue fruto de la rivalidad entre portugueses y castellanos. Elcano y su tripulación tomaron la decisión de navegar hacia Poniente desde Timor, ante el peligro inminente de ser apresados por los portugueses.
  • Magallanes no alcanzó nunca las islas de las Especias, objetivo de la expedición, porque murió antes, en las islas Filipinas, en el enfrentamiento que tuvieron con el cacique Lapu Lapu y su gente.
  • Los nativos no recibieron a los navegantes con los brazos abiertos (OPEN ARMS), sino con flechas envenenadas y traiciones.
  • De haber sobrevivido, no sabemos si Magallanes hubiera optado por regresar por Levante, rumbo a Darién (Panamá), como pretendió hacer Gómez de Espinosa con la nao Trinidad, o por Poniente, como hizo Elcano dando la vuelta al mundo.
  • A Magallanes hay que reconocerle en justicia el descubrimiento del estrecho que su nombre, pero nada más. La vuelta al mundo es mérito exclusivo de Elcano y los dieciocho tripulantes de la nao Victoria.
  • La localización del paso desde el Atlántico al Pacífico por el estrecho de Magallanes es uno más de los descubrimientos geográficos realizados por el hombre, pero no es equiparable a la hazaña de haber dado por primera vez la vuelta al mundo, en condiciones penosas.
  • En la actualidad, los portugueses se quieren apropiar de la gloria de esta gesta, con el argumento de que Magallanes era portugués. Ante esta pretensión hay que recordar que hicieron todo lo posible, con medios lícitos e ilícitos, para que esta hazaña no se llevara a cabo. En primer lugar, presionaron ante la corte del emperador Carlos. En segundo lugar, pretendieron atentar contra la vida de Magallanes, hasta el punto de que el obispo Rodríguez Fonseca le puso un escolta. En tercer lugar, enviaron una escuadra para detenerles en las islas de las Especias, y por último, pretendieron detener a la nao Victoria en las islas de Cabo Verde. Si hubieran conseguido su objetivo, no se habría completado la vuelta al mundo y hoy no estaríamos conmemorando el quinto centenario.
  • Siempre que los portugueses pretendan adueñarse de una hazaña que no les corresponde, hay que recordarles estos hechos, que históricamente son irrebatibles.

Hay que reconocer a los portugueses el mérito que tuvieron como expertos navegantes de ser los primeros que, bordeando las costas africanas, dieron la vuelta al continente africano, llegando a la India y a las islas de las Especias. Sin embargo este tipo de navegación de cabotaje no tiene el mérito de adentrarse en el mar Océano, sin más referencias que las estrellas y la aguja de marear, como hicieron Colón y Magallanes /Elcano. Navegar sin perder de vista la tierra, además de tener siempre una referencia precisa, permite abastecerse en tierra de agua y alimentos en caso de necesidad; justo lo que no pudo hacer Colón en el Atlántico, Magallanes en el Pácifico y Elcano en el Índico.

La historia nos enseña una lección: son las dificultades, cuando se superan, y no las facilidades, las que hacen grandes a los hombres. Elcano y sus hombres fueron grandes, porque fueron esforzados. Grandeza y esfuerzo van juntos. Hoy vivimos inmersos en la sociedad del bienestar; hemos desterrado de nuestro vocabulario las palabras esfuerzo y riesgo. No es de extrañar que nosotros, los españoles – y los europeos en general – no seamos decisivos en el siglo XXI, como lo fuimos en el XVI.

Si en la guerra de sucesión ocurrida en Castilla en el siglo XV hubiese resultado victorioso el bando de Alfonso V de Portugal y de doña Juana la Beltraneja, otra hubiera sido la historia de España y la historia universal. Es lógico pensar que los españoles no habrían descubierto América, porque habrían buscado las especias, navegando por las costas africanas, como los portugueses, por ser una ruta conocida, más segura y menos arriesgada.

Todos los momentos vividos son históricos, pero no todos tienen trascendencia histórica. Sin ninguna duda, el reinado de los Reyes Católicos marcó la historia de España y también la historia universal. Esto se puede decir de muy pocos acontecimientos históricos.

El pasado domingo, 8 de septiembre, el periódico ABC alertaba que se habían borrado los Reyes Católicos de los libros de texto de Cataluña. No nos engañemos. Estamos ante un proceso de demolición de España. La verdadera amenaza no es el separatismo vasco o catalán, sino la demolición de España. Y esto pasa por adulterar la historia de España, modificando los libros de texto, a la vez que se lleva hasta sus últimas consecuencias la ley de Memoria Histórica.

Por eso, en un próximo artículo, seguiremos recordando la gesta de los españoles del siglo XVI, tomando como referencia el libro de Pedro Insua, “El orbe a sus pies”. Saldrán a la luz hechos históricos que el ciudadano corriente desconoce. Partiendo de hechos históricos probados, reflexionaremos sobre ellos, sacando conclusiones lógicas. Recordar la historia, es mantener viva a España.

REFERENCIAS

  1. Insua Rodríguez, Pedro. “El orbe a sus pies. Magallanes y Elcano: cuando la cosmografía española midió el mundo”. Ariel, Barcelona, 2019.
  1. Suárez, Luís. “Los Reyes Católicos”. Biblioteca de Historia de España, Ariel, Barcelona, 2004 y 2005.
  1. Fernández de Navarrete, Martín. “Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo V.” Tomo IV “Expediciones al Maluco. Viaje de Magallanes y Elcano”. Madrid, 1837.
  1. Diccionario Biográfico Español, Real Academia de la Historia (http://dbe.rah.es/). Biografías de: Isabel I, la Católica; Fernando de Magallanes; Juan Sebastián Elcano; Juan Rodríguez de Fonseca; Carlos I de España y V de Alemania; Emperatriz Isabel de Portugal.
  1. Manuel P. Villatoro y César Cervera. “Las mentiras históricas sobre España que Cataluña quiere generalizar”. ABC, Sociedad, domingo 8 de septiembre de 2019.

Acerca de Juan Manuel Blanco Rojas

Licenciado en Ciencias Físicas y diplomado en Ingeniería Nuclear por el Instituto de Estudios Nucleares (antigua JEN). Su experiencia profesional se ha desarrollado durante 32 años en la centrales nucleares de Almaraz y Valdecaballeros, participando en todas las etapas del proceso, desde su lanzamiento hasta la explotación comercial de Almaraz; ocupando los cargos de Jefe de Seguridad Nuclear, Combustible y Medio Ambiente; Jefe de Ingeniería y Subdirector Técnico. En la actualidad es jubilado y pensionista de la Seguridad Social.